El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid inaugura una exposición provocadora bajo el título Warhol, Pollock y otros espacios americanos.
La comisaria Estrella de Diego y el director del Thyssen, Guillermo Solana, proponen un diálogo entre la pintura pop de Warhol y la abstracción expresionista de Pollock, mostrando que las fronteras entre figuración y abstracción no son tan claras como solemos pensar.
Uno de los puntos más simbólicos de la puesta en escena es una sala llamada El espacio como metafísica, donde se invita al visitante a detenerse frente a tres lienzos monumentales de Warhol y Rothko. La idea: que mirar detenidamente —y cuestionar— sea también un acto político.
La exposición no solo revisita obras icónicas —como las sombras tardías de Warhol— sino que revela otras facetas del artista menos exploradas, lejos de la caricatura de “rubia tonta” con la que muchas veces ha sido identificada. Solana concede que esa imagen simplificada fue parte de su estrategia, pero subraya que Warhol tenía “muchas capas y estratos de significados”.
Para reforzar ese enfoque, se han reunido obras de una treintena de instituciones internacionales, incluyendo a Pollock, Rothko, Lee Krasner, Helen Frankenthaler, Marisol Escobar, Sol LeWitt o Cy Twombly.
La muestra, que se podrá visitar hasta el 25 de enero, propone una mirada disruptiva: no ver a Warhol y Pollock como polos opuestos, sino como creadores capaces de compartir espacio —literal y simbólicamente— entre lo figurativo y lo abstracto.
En esta muestra, Fonofox vuelve a formar parte de la experiencia museística al poner voz —junto a Gvam— a una audioguía que acompaña al visitante en este viaje por la creación americana. A través del sonido, la visita se convierte en un espacio de reflexión, donde las palabras y las obras dialogan para revelar nuevas capas de sentido y emoción.